La mayoría de la gente conoce la historia de Helen Keller. Ella no nació ciega y sorda pero a la edad de 19 meses contrajo lo que los médicos llaman “una congestión aguda del estómago y el cerebro”, que fue, probablemente la fiebre escarlata. Dado los límites médicos en esta época, esta enfermedad, que ahora es simple de tratar, tuvo un gran impacto en Helen y la dejó sin vista y sin oír. Sin embargo, Helen superó estas discapacidades e incluso se convirtió en una fuente de esperanza y aliento para muchas otras personas que hacían frente a desventajas y dificultades.
La vida de Helen no fue fácil debido a las discapacidades, sin embargo, en sus años de adulta hizo la sorprendente declaración: “Doy gracias a Dios por mis impedimentos, por que a través de ellos, me he encontrado a mí misma, mi trabajo, y mi Dios”.
Helen Keller enfrentó más desafíos que la mayoría de lo que nosotros enfrentamos, sin embargo, ella pudo regocijarse en sus pruebas porque tenía la alegría del Señor.
· ¿Con qué frecuencia permitimos que pequeñas cosas roben nuestra alegría y nos pongamos de mal humor? Helen tenía todo el derecho a quejarse, pero ella perseveró y encontró incluso alegría en sus crisis.
· ¿Qué prueba o desafío estás enfrentando hoy?
· ¿Has permitido que los desafíos creen amargura, quejas, y falta de esperanza en tu vida?
Como hijo de Dios, tienes una alegría que nadie te puede robar. Tienes la esperanza de la vida eterna.
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Bendiciones