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Soltarse el cabello

Enviado por edupa el 03/03/2012 13:53

Lectura: Juan 12:1-8

Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos… —Juan 12:3

Poco antes de que crucificaran a Jesús, una mujer llamada María le derramó un frasco de un costoso perfume sobre los pies. Después, en lo que quizá fue una acción aun más atrevida, se los secó con el cabello (Juan 12:3). María no solo sacrificó lo que tal vez eran los ahorros de su vida, sino también su reputación. En la cultura de Medio Oriente del siglo i, las mujeres respetables nunca se soltaban el cabello en público. Pero, a la adoración verdadera, no le preocupa lo que los demás piensen (2 Samuel 6:21-22). Para adorar a Jesús, ella estuvo dispuesta a que la consideraran desvergonzada; tal vez, incluso, inmoral.

Algunos quizá nos sintamos presionados a ser perfectos cuando vamos a la iglesia, para que la gente piense bien de nosotros. Metafóricamente hablando, nos esforzamos para asegurarnos de tener cada cabello en su lugar. No obstante, una iglesia saludable es un lugar donde podemos soltarnos el cabello y dejar de esconder nuestras debilidades detrás de una fachada de perfección. Al congregarnos, deberíamos tener la posibilidad de revelar nuestras flaquezas para hallar fortaleza en vez de ocultar nuestros errores para parecer fuertes.

La adoración no incluye comportarse como si nada estuviera mal, sino asegurarse de que todo esté bien; bien con Dios y con los demás. Cuando nuestro mayor temor es soltarnos el cabello, quizá nuestro peor pecado sea mantenerlo recogido.

——JAL

Nuestra adoración es correcta solo cuando estamos bien con Dios y con los demás.

 

NPD