“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.” 2° Timoteo 2:3
Por haber participado en una guerra, el escritor C. S. Lewis conocía bien las presiones del servicio militar. En un discurso público, describió con elocuencia las dificultades que enfrenta un soldado: «Todo lo que atravesamos en cada situación adversa […] se resume en la vida del soldado en servicio activo. Como una enfermedad, amenaza con dolor y muerte. Como la pobreza, intimida con frío, calor, sed, hambre y falta de un techo. Como la esclavitud, amedrenta con trabajo duro, humillación, injusticia y reglas arbitrarias. Como el exilio, amenaza con separarte de todos los que amas».
El apóstol Pablo usó la analogía del soldado sufriente, para describir las pruebas que puede experimentar un creyente al servir a Cristo. En sus últimos días, y tras haber soportado fielmente el sufrimiento por defender el evangelio, exhorta a Timoteo a hacer lo mismo: «Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo» (2º Timoteo 2:3).
Servir al Señor exige perseverancia. Tal vez nos enfrentemos con problemas de salud, conflictos relacionales o circunstancias difíciles, pero, como un buen soldado, seguimos adelante, fortalecidos en Él, ¡porque servimos al Rey de reyes y Señor de señores que murió por nosotros!
Padre, ayúdame a ser fiel en el servicio a ti.
El amor de Dios no evita las pruebas, pero nos ayuda a atravesarlas.