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Meditaciones

PALABRAS IMPRUDENTES

Enviado por Ruty el 14/10/2015 00:32

"… cuando le maldecían, no respondía con maldición…" 1 Pedro 2: 23

1 Pedro 2: 13 - 25

Hacía casi media hora que conducía, cuando, de pronto, mi hija empezó a llorar desde el asiento trasero. Cuando le pregunté qué le pasaba, dijo que su hermano le había pellizcado el brazo. Entonces, él se defendió reclamando que lo había hecho porque ella lo había pinchado. Ella, a continuación, explicó que lo había pinchado porque él le había dicho algo hiriente.

Lamentablemente, este comportamiento, habitual entre los niños, también puede aparecer en los adultos. Una persona ofende a otra, y el ofendido reacciona con una explosión verbal. El ofensor, a su vez, contraataca con otro insulto. Poco después, la relación queda dañada por el enojo y las palabras crueles.

La Biblia enseña que «hay gente cuyas palabras son puñaladas», pero que «la blanda respuesta quita la ira» (Proverbios 12:18 RVC; 15:1). Además, en ciertas ocasiones, la mejor manera de actuar ante comentarios feos o crueles es callarse.

Antes de la crucifixión de Jesús, las autoridades religiosas intentaron provocarlo con sus palabras (Mateo 27:41-43). Sin embargo, Él «cuando le maldecían, no respondía con maldición […], sino encomendaba la causa al que juzga justamente (1 Pedro 2:23).

El ejemplo de Jesús nos enseña cómo responder a quienes nos ofenden, y el Espíritu nos ayuda a hacerlo.

Señor, ayúdame a controlar mis palabras. 

A menudo, una respuesta suave quebranta un corazón duro.

JUGAR CON FUEGO

Enviado por Ruty el 14/10/2015 00:25

"… el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré…" Juan 14:21

Juan 15:10 - 20

Cuando era niño, mi mamá me advertía que no jugara con fuego. Sin embargo, un día, decidí averiguar qué pasaba si lo hacía. Tomé una cajita de cerillas y un papel, y fui al patio trasero para el experimento. Con el corazón latiendo rapidísimo, me arrodillé en el suelo, encendí la cerilla y prendí fuego el papel.

De repente, vi que venía mi madre. Como no quería que me descubriera, cubrí las llamas con las piernas para esconder lo que estaba haciendo. Mi mamá gritó: «Denny, ¡mueve las piernas! ¡Estás encima del fuego!». Menos mal que las moví lo suficientemente rápido como para no quemarme. Entonces, me di cuenta de que la regla de mi madre sobre no jugar con fuego no era para arruinarme la diversión, sino porque le preocupaba que me lastimara.

A veces, no entendemos las razones que motivan los mandamientos de Dios. Quizá pensemos que el Señor es un aguafiestas cósmico, que establece normas y reglamentos para impedir que disfrutemos de las cosas. Sin embargo, Él nos pide que lo obedezcamos porque quiere lo mejor para nosotros. Cuando obedecemos, «permanecemos en su amor» y rebosamos de gozo (Juan 15:10-11).

Por eso, cuando Dios nos advierte que no pequemos, lo hace para nuestro beneficio. En realidad, quiere protegernos de que nos quememos al «jugar con fuego.

Padre, que tu Espíritu nos capacite para obedecer tu Palabra. Gracias por tu protección. 

Dios nos hace advertencias en su Palabra porque nos ama y quiere protegernos

 

EL VALLE DE LA VISIÓN

Enviado por Ruty el 14/10/2015 00:12

"… me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti…" (v. 7).

Jonás 2:1 - 10

La oración puritana El valle de la visión habla de la separación entre un hombre pecador y su Dios santo. El hombre dice a Dios: «Me has traído al valle de la visión […]; cercado por montañas de pecado contemplo tu gloria». Consciente de sus errores, todavía tiene esperanza: «Durante el día, se pueden ver las estrellas desde los pozos más profundos, y mientras más profundos sean los pozos mayor es el brillo de tus estrellas». Y concluye con una petición: «Permíteme encontrar tu luz en mi oscuridad, […] tu gloria en mi valle».

Mientras estaba en las profundidades del mar, Jonás descubrió la gloria de Dios. Se rebeló contra Él y terminó en el estómago de un pez, abrumado por su pecado. Desde allí, clamó: «Me echaste a lo profundo […]. Las aguas me rodearon hasta el alma» (Jonás 2:3-5). A pesar de su situación, exclamó: «Me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo» (v. 7). Dios oyó su oración e hizo que el pez lo expulsara.

Aunque el pecado pone distancia entre Dios y nosotros, podemos elevar la mirada desde los lugares más bajos de nuestra vida y ver al Señor; su santidad, su bondad y su gracia. Si nos arrepentimos de nuestro pecado y ponemos nuestra fe en Jesús, Él nos perdona. Dios contesta la oración hecha desde el valle.

Señor, permíteme encontrar tu luz en mi oscuridad.

La oscuridad del pecado solo aumenta el brillo de la gracia de Dios.

 

PAÑUELOS DE PAPEL

Enviado por Ruty el 21/09/2015 11:37

Salmo 31: 9-18

"En tu mano están mis tiempos..." vv. 14-15

Mientras estaba sentado en la sala de espera de cirugía, tuve tiempo para pensar. Hacía poco, había estado allí cuando recibimos la desgarradora noticia de que mi único hermano, mucho menor que yo, tenía «muerte cerebral».

Por eso, aquel día, mientras esperaba noticias sobre mi esposa, a quien estaban operando, le escribí una larga nota. Después, rodeado de charlas nerviosas, me concentré en la suave voz de Dios.

De pronto… ¡noticias! El cirujano quería verme. Fui a esperarlo a una habitación solitaria. Allí, sobre la mesa, había dos cajas de pañuelos de papel, colocadas a propósito. No eran para resfríos, sino para usarlos ante frases duras como las que oí cuando murió mi hermano.

En momentos de angustia e incertidumbre como esos, la sinceridad de los salmos los convierte en un lugar adecuado adonde recurrir. El Salmo 31 revela el corazón de David: «mi vida se va gastando de dolor» (v. 10). El dolor del alejamiento de sus amigos agudizaba su tristeza (v. 11).

Sin embargo, su fe estaba fundada en el Dios verdadero: «Mas yo en ti confío, oh Señor; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos» (vv. 14-15).

Aquel día, el cirujano me dio buenas noticias: mi esposa se recuperaría. Pero, aunque hubiese sido lo opuesto, seguimos en las buenas manos de Dios.

Señor, tu amor permanece en toda circunstancia.

Cuando ponemos nuestros problemas en manos de Dios, Él pone paz en nuestro corazón

 

¿A DIOS NO LE IMPORTA?

Enviado por Ruty el 17/09/2015 13:34

"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor." Isaías 55:8

Habacuc 1:1-11

¿Por qué al conductor borracho no le pasa nada, mientras que la víctima, sobria, queda gravemente herida? ¿Por qué los malos prosperan y los buenos sufren? ¿Cuántas veces te preguntaste "¿a Dios no le importa?" tras experimentar situaciones que te generaron mucha confusión?

Habacuc luchaba con esta misma pregunta al ver la angustiosa situación de Judá, donde la maldad y la injusticia desbordaban (vv. 1-4). Y la respuesta fue sumamente sorprendente: para disciplinarlos, usaría a los caldeos, quienes eran famosos por su crueldad (v. 7), y propensos a actuar con violencia (v. 9) y reverenciar solamente su poderío militar y a dioses falsos (vv. 10-11).

Cuando no entendemos los caminos de Dios, debemos confiar en su carácter inmutable. Y eso fue exactamente lo que hizo Habacuc: confió en el Dios de justicia, misericordia y verdad (Salmo 89:14). Al hacerlo, aprendió que las circunstancias están bajo el control del Señor y no a la inversa. Por eso, concluyó: «el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar» (Habacuc 3:19).

 Señor, es fácil dejar que las circunstancias me hagan dudar de ti. Ayúdame a recordar que eres bueno y fiel, aunque yo no pueda ver todo ni cómo estás obrando.

Nuestra situación puede verse muy diferente desde la perspectiva de Dios.

 

ME SOSTIENE

Enviado por Ruty el 13/09/2015 18:31

"(...) no temas, yo te ayudo." Isaías 41:13

Cuando dejé de viajar en familia con mis padres, raras veces iba a visitar a mis abuelos, los cuales vivían a cientos de kilómetros de casa. Así que, un día, decidí tomar un avión para ir a visitarlos durante un fin de semana largo. Mientras íbamos al aeropuerto para mi vuelo de regreso, mi abuela, que nunca había volado, empezó a transmitirme sus temores: «Ese avión en que viniste era tan pequeño… En realidad, no hay nada que te sostenga allí arriba, ¿no? A mí me daría muchísimo miedo subir a esa altura».

Cuando llegó el momento de subir al pequeño avión, yo tenía tanto miedo como la primera vez que volé. Es verdad, ¿qué es lo que, al fin y al cabo, sostiene este avión?

Los temores irracionales, e incluso los legítimos, no tienen que aterrorizarnos. David vivió como un fugitivo; perseguido por el rey Saúl, quien estaba celoso de su popularidad. Solamente encontró paz y consuelo en su relación con Dios, como escribió en el Salmo 34: «Busqué al Señor, y él me oyó, y me libró de todos mis temores» (v. 4).

Nuestro Padre celestial es perfectamente sabio y amoroso. Cuando el miedo comience a abrumarnos, debemos detenernos y recordar que Él es nuestro Dios y que siempre nos sostendrá.

Padre, a pesar de mis temores, sé que estás conmigo. ¡Que tu amor perfecto quite mis miedos y tranquilice mi corazón!

Cuando creemos que Dios es bueno, aprendemos a liberarnos de nuestros miedos.

 

Cuando todo anda mal

Enviado por Ruty el 27/08/2015 21:46

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien." Romanos 8: 28

Lo primero que a muchos les gusta citar cuando enfrentan dificultades es: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28). Pero no es fácil creerlo en momentos complicados. Una vez, me senté a hablar con un hombre que había perdido tres hijos, una tras otro, y lo escuché lamentarse: «¿Cómo puede ser para mi bien semejante tragedia?». No supe qué contestar, pero permanecí a su lado, en silencio y acompañándolo en su dolor. Varios meses después, él estaba agradecido, mientras afirmaba: «Mi tristeza está acercándome a Dios».


Incontables testimonios avalan la verdad de estos versículos. La historia de Fanny Crosby, la escritora de himnos, es un ejemplo clásico: quedó ciega a los cinco años. A los ocho, ya escribía poesías y canciones. Con sus más de 8.000 obras, ha bendecido al mundo entero con títulos como Salvo en los fuertes brazos y Salvador, a ti acudo.


Es difícil entender qué hay de bueno en las tragedias que enfrentamos, y no siempre lo veremos en esta vida, pero Dios tiene sus propósitos y nunca nos abandona.

¿Qué prueba en tu vida descubriste que te benefició? 

¿Qué cosas buenas trajo aparejadas? 

¿Estás atravesando ahora alguna dificultad y orando para ver algo beneficioso en ella?

Dios siempre tiene buenos propósitos para nuestras pruebas.


 

UN RETRATO DE JESÚS

Enviado por Ruty el 20/08/2015 19:43

"… el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros." Isaías 53: 6

Un retrato no es una fotografía ni un reflejo exacto. En realidad, va más allá de reflejar la apariencia externa; demuestra la profundidad emocional del alma. En un retrato, un auténtico artista trata de «plasmar la esencia de la persona».

Durante siglos, se han hecho muchos retratos de Jesús. Quizá los hayas visto en una iglesia o museo; o, incluso, tengas uno en tu casa. Por supuesto, ninguno es un retrato auténtico, ya que no tenemos una foto del aspecto físico de nuestro Señor. Pero sí tenemos una descripción magnífica de Él en Isaías 53, inspirada por Dios, la cual capta vívidamente su esencia: «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores […]. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; […] y por su llaga fuimos nosotros curados» (v. 4-5).

Este pasaje nos permite ver en el rostro de Jesús amor y tristeza, angustia y dolor. Sin embargo, sus labios no acusan ni condenan. No tiene pecados propios que lamentar, sino que carga con los nuestros. Y, en lo más profundo, sabe que «verá el fruto de la aflicción de su alma» (v. 11).

¡Qué retrato maravilloso de nuestro Salvador!

Jesús, ¡qué asombroso tu amor! Al pensar en lo maravilloso que eres, me inclino en silencio delante de ti.

El amor se manifestó cuando Dios se hizo hombre.

 

PRIVILEGIO DE FAMILIA

Enviado por Ruty el 06/08/2015 22:20

"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios." Juan 1: 12

Cuando estaba en la escuela primaria, tuve que vivir con una familia amorosa y protectora, lejos de mis padres. Un día, todos los hijos se reunieron para un encuentro familiar especial. Primero, todos tuvimos que compartir experiencias personales. Pero, después, cuando solo se requirió la presencia de los «hijos de sangre», me pidieron gentilmente que saliera. En ese momento, la realidad me golpeó: yo no era un «hijo de la casa». Aunque me amaban, me pidieron que saliera, porque solamente vivía con ellos, sin formar legalmente parte de la familia.

Este incidente me trae a la mente Juan 1:11-12. El Hijo de Dios vino a su pueblo, pero ellos no lo recibieron. Los que sí lo recibieron entonces, y los que lo reciben ahora, obtienen el derecho de convertirse en hijos de Dios. Cuando somos adoptados en su familia, «el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios» (Romanos 8:16).

Jesucristo no excluye a nadie que haya sido adoptado por el Padre, sino que le da la bienvenida como miembro permanente de su familia: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios» (Juan 1:12).

Padre, gracias por poder ser tu hijo y por no tener que preocuparme de que me saques de tu familia.

La seguridad de salvación no la da lo que conoces, sino Aquel a quien conoces.

 

MAESTRO DE AJEDREZ

Enviado por Ruty el 06/08/2015 22:10

"… según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra." 2 Pedro 3:13

En la escuela secundaria, estaba orgulloso de mi talento para jugar al ajedrez. Me uní al club de ajedrecistas; y, en cada tiempo libre, leía detenidamente libros sobre distintas jugadas. Estudié técnicas, gané la mayoría de las partidas y dejé de jugar durante 20 años. Después, conocí a un ajedrecista realmente bueno, quien había seguido perfeccionando su juego, y descubrí cómo es jugar contra un maestro. Aunque yo tenía libertad de hacer cualquier movimiento, ninguna de mis estrategias importó mucho, ya que su superioridad garantizaba que todas sirvieran siempre a su objetivo.

Quizá esto describa nuestra condición espiritual. Dios nos da libertad para rebelarnos contra su diseño original, pero, aunque lo hagamos, terminamos sirviendo a su meta final de restauración (Romanos 8:21; 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1).

Esto ha transformado mi manera de ver las cosas buenas y las malas. Las buenas, como la salud, los talentos y el dinero, pueden presentarse a Dios como ofrendas para servir a sus propósitos. Y las malas, como las discapacidades, la pobreza, la disfunción familiar y el fracaso, pueden convertirse en instrumentos que me acerquen a Él.

Con el Gran Maestro, la victoria está asegurada, al margen de lo que esté sobre el tablero de la vida.

Cuando no podamos ver la mano de Dios, confiemos en su corazón.

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